Cómo nació la tecnología HB4
El desarrollo tecnológico se dio gracias al trabajo en conjunto del espacio público y el privado. HB4 es fruto del esfuerzo de científicos del CONICET y de la empresa Bioceres. Raquel Chan encabezó el equipo de investigación.
La tecnología HB4 es todo un hito en la Argentina: es la primera de carácter transgénico en ser desarrollada de forma íntegra en el país. Es resultado de años de investigación y permite que la soja y el trigo toleren mayores períodos de tiempo con menores cantidades de agua.
Un acontecimiento histórico
Raquel Chan es una de las más prestigiosas científicas argentinas. Es bioquímica y se especializa en biotecnología vegetal. Es directora del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL), docente de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
También es quien lideró el equipo que logró una hazaña en materia de tecnología transgénica en Argentina: el desarrollo de las semillas HB4 de soja y trigo.
La investigación duró años. En 2004 se patentó la construcción genética con el gen de girasol Hahb-4 y la licencia incluyó al CONICET, a la UNL y a la empresa Bioceres.
Chan explicó en una oportunidad que el desarrollo de la tecnología no hubiese sido posible sin esta alianza. Y que la clave estuvo en lo que cada parte tuvo para ofrecer.
El conocimiento científico y las capacidades de investigación se complementaron a la perfección con el talento agrónomo y empresarial por parte de la compañía. La unión de conocimientos y experiencias dio como resultado un descubrimiento que generó grandes repercusiones a nivel mundial.
El punto de partida
Raquel Chan recuerda que la investigación tuvo comienzo en los años 90. Y que la base de todo estuvo en la identificación de genes capaces de generar en las plantas una respuesta positiva frente a factores de estrés.
El eje inicial fue el estrés abiótico, que es aquel que puede ser causado por fenómenos como la sequía, las temperaturas extremas (altas y bajas) y la salinidad de los suelos.
Estudiando la adaptación de las plantas al medioambiente, Chan y su equipo descubrieron que el girasol posee un gen que le da a la planta tolerancia al estrés por sequía. Lo que hicieron a continuación fue probarlo: lo introdujeron en un ejemplar de Arabidopsis thaliana y, para su sorpresa, los resultados fueron favorables.
Luego entró en escena la empresa de agrobiotecnología Bioceres. Gracias a su colaboración, los científicos pudieron convertir cultivos como soja, maíz, trigo y alfalfa y observar los comportamientos primero en un invernadero y después en el campo.
Las pruebas permitieron mejorar la tecnología original. En 2012, finalmente, se patentó el gen modificado HB4.
Los requisitos cumplidos
El siguiente logró se dio en octubre de 2015 y consistió en la aprobación por parte del entonces Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación.
Los requisitos fundamentales para obtener la aprobación fueron dos. El primero consistió en comprobar que la tecnología en cuestión no afecte al medioambiente.
El segundo siguió la línea del anterior, pero enfocado en los seres humanos y en los animales. Lo que se analizó fue que los alimentos producidos, tanto el trigo como la soja genéticamente modificadas, no contengan ni elementos tóxicos ni sustancias que puedan provocar reacciones alérgicas.
Los resultados
El desarrollo de semillas genéticamente modificadas responde a la necesidad de hacer frente a dos grandes problemáticas: la escasez de alimentos y la crisis climática.
Ambas se encuentran relacionadas de forma estrecha. El cambio climático genera grandes pérdidas en las cosechas de alimentos. En paralelo, la población mundial aumenta y, por lo tanto, también lo hace la demanda de comida.
La tecnología HB4 otorga al trigo y a la soja una mayor tolerancia durante los períodos de sequía. El desarrollo de las semillas genera plantas que responden de manera más favorable en situaciones de estrés.
Las plantas siguen dependiendo del agua. Sin embargo, ahora toleran mayores períodos de tiempo con menores cantidades del líquido. Los resultados son una mayor productividad y una menor pérdida de las cosechas.
Provenientes de Argentina, la soja y el trigo HB4 se presentan como grandes alternativas ante las dificultades mencionadas y continúan con su inserción en los distintos mercados.