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Girasol: sus últimas campañas y la relación con la tecnología HB4

Girasol: sus últimas campañas y la relación con la tecnología HB4

De acuerdo con la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, el estimativo del rendimiento del girasol durante la campaña que acaba de finalizar es de 3,6 millones de toneladas.

La campaña 2023/2024 del girasol acaba de finalizar y los resultados obtenidos fueron considerablemente menores a los de la temporada anterior. El cultivo cuyo gen HaHB-4 hizo posible el desarrollo de la tecnología HB4 se vio afectado por el estrés termo-hídrico en distintas regiones del país. 

Una mala campaña

La Bolsa de Cereales de Buenos Aires comunicó, a través de su Panorama Agrícola Semanal, que la cosecha de girasol correspondiente a la campaña 2023/2024 se acaba de dar por terminada.

La entidad con sede en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires indicó, en primer lugar, que al momento del anuncio se registraban lotes remanentes en pie en la región del sudoeste del área agrícola. Sin embargo, aclaró que esto no alteraría las estimaciones de los resultados.

Las conclusiones son sorprendentes debido a que marcan una caída en relación al rendimiento de años anteriores. Según el organismo, el cultivo finalizó la campaña con un rinde promedio de 20,2 quintales por hectárea, y con una producción final de 3,6 millones de toneladas.

El total del año pasado había sido de 3,9 millones de toneladas, por lo que la diferencia es considerable. Al mismo tiempo, se informó que lo producido en la campaña actual se encuentra 1,1% por debajo del promedio de las últimas 5 temporadas.

Los datos oficiales

Si bien las cifras varían, la caída del girasol respecto al rendimiento de años anteriores también se evidencia en la información compartida por la Dirección de Estimaciones Agrícolas de la Secretaría de Bioeconomía.

En su anteúltimo informe mensual, el organismo gubernamental calculaba la cosecha de girasol en 4,4 millones de toneladas. Sin embargo, en la última entrega el estimativo pasó a ser de 4,3 millones.

Otra de las coincidencias entre los datos oficiales del gobierno y los ofrecidos por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires se encuentra en la caída respecto a lo producido el año anterior.

De acuerdo con la Dirección, durante la campaña 2022/2023 se obtuvieron 5 millones de toneladas del cultivo. El rendimiento de la última temporada, entonces, sería de un 14% menos.

Las claves de la caída

El rendimiento no fue regular a lo largo de todo el territorio cosechado. Por lo contrario, se presentaron variaciones en función de las zonas trabajas, las fechas de siembra y distintos factores medioambientales.

Una de las explicaciones de la caída del girasol como cultivo se encontraría en el estrés termo-hídrico que afectó a buena parte del territorio. En especial, en su manifestación de altas temperaturas.

Las campañas anteriores se caracterizaron por fuertes sequías y aún así el girasol tuvo un buen rendimiento. Demostró así por qué Raquel Chan se centró en esta planta y la tomó como punto de partida para el desarrollo de lo que terminaría siendo la tecnología HB4.

Del girasol a los cultivos transgénicos

El evento HB4 nació a partir de una investigación encabezada por Raquel Chan. A mediados de la década de 1990, la bioquímica argentina comenzó a estudiar junto a su equipo de científicos la forma en que distintas plantas responden al medioambiente.

Luego se centró en la planta del girasol debido a la mejor respuesta que da al estrés hídrico en comparación con otras especies. Finalmente, logró identificar el gen responsable de este atributo.

Gracias a técnicas de ingeniería genética, los investigadores lograron introducir el gen en cuestión en las plantas de trigo y soja. De esta manera, los cultivos mencionados adquirieron una mayor tolerancia a la escasez del recurso hídrico y a los altos niveles de salinidad de los suelos.

Los ensayos realizados a lo largo de años demuestran que la tecnología HB4 optimiza los rendimientos de la soja y el trigo en territorios con estrés hídrico. En menor medida, también aumenta la eficiencia de los cultivos en aquellos suelos que no padecen de la falta de agua.

Es, en definitiva, un seguro para los productores agrícolas. También es una garantía en tiempos de crisis climática, en los cuales las sequías se vuelven más intensas y duraderas.