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La tecnología HB4 y el estrés hídrico

La tecnología HB4 y el estrés hídrico

La agricultura es una de las actividades humanas que más utiliza el recurso del agua dulce. Aumentar la eficiencia agrícola es por lo tanto una de las medidas más necesarias para reducir el estrés hídrico.

La tecnología HB4 se presenta como una alternativa para hacer frente a una de las mayores problemáticas que afecta a la agricultura a nivel mundial: el estrés hídrico. La amenaza también alcanza a los seres humanos y a los animales e implica un grave peligro para el desarrollo sostenible y la seguridad alimentaria, entre otras cosas.

¿Qué es el estrés hídrico?

Es un fenómeno que se da cuando la demanda de agua dulce es más alta que la disponibilidad de este líquido en una zona específica y en un período de tiempo determinado. También puede ocurrir que la cantidad de agua sea satisfactoria, pero no su calidad.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) comunica que en todo el planeta Tierra existe un aproximado de 1400 millones de kilómetros cúbicos de agua. De este total, apenas 200 mil kilómetros cúbicos corresponden a agua dulce disponible para el consumo de los seres humanos. 

El estrés hídrico afecta a todos los seres vivos, tanto a los humanos como a los animales y a las plantas. La ONU expresa al respecto que a nivel mundial hay 1100 millones de personas que padecen el estrés hídrico: se trata de 1 de cada 6 individuos que habitan este planeta.

Los efectos negativos

Las consecuencias del estrés hídrico se manifiestan en un deterioro de los recursos de agua dulce. En términos de cantidad, esto se observa en una mayor presencia de ríos secos y en una explotación desmedida del agua subterránea, entre otras cosas.

La calidad del recurso también se ve afectada. La crisis eutrófica y la mezcla de agua salada con agua dulce son dos claras manifestaciones.

En rasgos generales, es un grave riesgo para el desarrollo sostenible y para la seguridad alimentaria. No solo por lo que implica en la actualidad, sino por el panorama desalentador que se espera a futuro. 

Una problemática que crece

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) da cuenta de la gravedad de este asunto a nivel mundial. Según esta institución, el estrés hídrico es cada vez mayor en varias regiones del planeta. 

También hay descensos en otras zonas del mundo. Sin embargo, las disminuciones en cuestión no son tan considerables como los aumentos. En consecuencia, el balance global da un resultado desfavorable.

La principal explicación se encuentra en la crisis climática. El calentamiento global y la contaminación, entre otros factores, generan precipitaciones cada vez menores y temperaturas más altas, incluso en épocas en que no corresponden.

Las sequías se vuelven más intensas y más prolongadas en el tiempo. Y el agua dulce, un recurso cada vez más valioso.

Optimizar su consumo y evitar el despilfarro es una de las primeras medidas que se pueden tomar. También es una de las más accesibles: cualquier persona se puede involucrar con la tarea.

Otras son de mayor magnitud y requieren del compromiso de empresas y gobiernos. El trabajo por la salud de los humedales y el aumento de la eficiencia agrícola son dos ejemplos.

La propuesta de HB4

La agricultura es una de las actividades humanas que más consume los suministros disponibles de agua dulce. Por lo tanto, es uno de los aspectos en los que más se debe centrar la atención.

La tecnología HB4 fue desarrollada precisamente con el objetivo de optimizar la eficiencia de algunos de los cultivos más importantes del mundo: el trigo y la soja.

Fue resultado de una investigación de años y del trabajo en conjunto de la esfera pública y la privada. Raquel Chan y su equipo de científicos estudiaron la manera en que las plantas responden a factores medioambientales y eligieron al girasol como modelo por su mayor adaptabilidad en comparación con otras especies.

Lograron identificar el gen HaHB-4, que es el responsable de darle a esta planta la gran tolerancia que presenta ante la escasez de agua. Utilizando técnicas de ingeniería genética, se insertó el gen en el trigo y en la soja y se obtuvieron buenos resultados.

Los cultivos transgénicos permiten optimizar el consumo de agua dulce y también la siembra en suelos afectados por las sequías. El resultado es una producción que garantiza el abastecimiento de materias primas para el comercio y de alimentos para las personas.