HB4: la llegada del trigo transgénico a Oceanía
Bioceres celebró la aprobación del trigo HB4 por parte de Australia y Nueva Zelanda remarcando la calidad, el talento y el potencial de la investigación científica en Argentina. También expresó que se trata de un avance considerable para el evento transgénico.
Hace dos años, la tecnología HB4 recibió una oleada de aprobaciones de distintos países del mundo, entre ellos Nueva Zelanda y Australia. El visto bueno se dio a la par debido a que ambas naciones comparten el mismo organismo regulatorio. El caso de Australia sobresale porque se trata de uno de los mayores productores del grano.
Un nuevo avance para el evento transgénico
Tras recibir la aprobación definitiva del trigo y la soja HB4 en Argentina, Bioceres quedó a la expectativa del visto bueno de Brasil y China, los mayores importadores del cultivo nacional.
El proceso fue largo y la compañía con sede en Rosario aprovechó para avanzar en varias direcciones. Por un lado, realizó ensayos de la tecnología transgénica para evaluar su rendimiento en campo y multiplicar la cantidad de semillas. Por otro, trabajó en el desarrollo de nuevas variedades, adaptadas a las distintas condiciones ecosistémicas del país.
Bioceres también prestó atención a otras posibilidades comerciales. Y lo hizo buscando la aprobación de otros países, estrategia clave para la expansión de la herramienta biotecnológica desarrollada a partir de una investigación de Raquel Chan.
Nueva Zelanda y Australia aceptan el trigo HB4
Apenas unos días después de que China aprobara la soja transgénica, el evento de Bioceres también recibió el visto bueno de dos países de Oceanía: Australia y Nueva Zelanda.
La aprobación se dio a la par debido a que ambos países comparten el mismo organismo regulatorio. La aceptación de la tecnología transgénica se dio para consumo y para comercialización de productos elaborados con trigo HB4.
A nivel comercial resultó significativa para Argentina ya que Australia es uno de los mayores productores de trigo del mundo. También fue importante ya que pone en primer plano los beneficios que aporta el evento transgénico.
Al respecto, Bioceres informó que, al momento de la aprobación, Australia era uno de los países más afectados por las sequías. Y que la escasez de agua había condicionado sus últimas campañas.
El fenómeno se siguió repitiendo en materia de cultivos convencionales. En la actualidad, el país de Oceanía continúa padeciendo los efectos del clima seco, lo que aumenta su necesidad de importación y su apertura a trabajar con variedades como las transgénicas.
El reconocimiento a la ciencia nacional
Bioceres celebró la buena noticia de la misma manera en que lo hace con cada aprobación que recibe la tecnología transgénica: comunicando la novedad y compartiendo información con la comunidad.
A través de sus redes sociales, el semillero argentino indicó que la llegada del trigo HB4 a Oceanía representa un avance considerable. Tanto para la empresa, como para la tecnología, la producción agrícola y el desarrollo científico de Argentina.
Uno de los aspectos que remarcó fue el de la expansión de la ciencia nacional al mundo. En palabras de Bioceres, la llegada del evento a Australia y Nueva Zelanda es una muestra de la calidad, el talento y el potencial científico nacional.
Un logro público y privado
Quien también se expresó al respecto fue Daniel Filmus, que por entonces se desempeñaba como ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación Argentina.
El político celebró la noticia centrando la atención en el futuro: en el camino a seguir para que la ciencia y la tecnología del país continúen creciendo.
Desde su lugar de funcionario del gobierno, remarcó la necesidad de mantener e incrementar la inversión pública en Ciencia y Tecnología. También destacó lo importante que resulta el hecho de que los avances en conocimiento se plasmen en desarrollos prácticos al servicio de la producción y de la población.
Por último, Filmus manifestó lo fundamental que resulta mantener articulados los ámbitos públicos y privados. La tecnología HB4 es el ejemplo más claro, ya que nació a partir del trabajo en conjunto de ambas esferas.
El CONICET, la Universidad Nacional del Litoral y el Instituto de Agrobiotecnología del Litoral representaron a la esfera pública. Bioceres, por su parte, aportó su conocimiento y su experiencia como empresa de biotecnología.